Hoy llegan los miuras a Las Ventas. Y esperamos que lleguen
en Miura. Se cierra la semana torista, y el ciclo isidril 2015, y si alguna
reflexión es necesaria dejar por escrito, ésta es a partir de recordar que si
algo fundamentaron los antiguos ganaderos -esos que aquilataron siglos de
experiencia en el campo bravo y que ahora los nuevos juntaletras desprecian a
pesar de su trabajo y sapiencia- son los mínimos sobre los que se debía asentar
la raza de lidia, independientemente de los matices que, luego, las ganaderías
desarrollaran y singularizaran por tipos o encastes.
Entre esos pilares -de gran valor por cuanto incluían por
intuición dogmas que luego la ciencia genética ha acabado corroborando- se constaba
la importancia de mantener los fenotipos de un encaste por cuanto el
seguimiento fiel a los mismos, aseguraba la fijeza de los caracteres genéticos
que implícitamente guardaban tanto del tipo morfológico propio así como de su
comportamiento.
A partir de ahí, es obvio, cada ganadería, por selección, podría
ahondar y reforzar esos caracteres, o bien modificarlos; eso sí, constatando así
que, de moverlos, se adentraría en un nuevo tipo ganadero -lejos de su raíz
genética- y, consecuentemente, en un más que posible nuevo comportamiento del
toro.
Es por eso que la sabiduría ganadera siempre tuvo claro que
no había nada más rápido para acabar con un hierro, que sacar a sus toros de
tipo.
Luego, la nueva horda de teóricos de lo taurino, quiso ligar
el concepto “sacar de tipo” a “kilos”, cosas bien distintas por cuanto un toro,
pese 500, 600 o 700 kilos no cambia por ello de encaste o muta en elefante.
Así pues sorprende hoy como algunas ganaderías nuevas,
incluso con cierto prestigio, han saltado por encima de toda lógica zootécnica
y no definen su toro. Si observamos las largas camadas de Nuñez del Cuvillo o Fuente
Ymbro por ejemplo, hay desde un toro largo a uno corto, del acarnerado al
avacado, del alto al bajo, del corniabierto al cornidelantero...
características morfológicas que, a veces, pueden ser compatibles dentro de un
mismo cercado pero, en otras, totalmente antagónicas al concepto de encaste
definido o en el tipo. La irregularidad de resultados en una ganadería así -o
su suicidio- es la lógica consecuencia.
En mi opinión lo lamentable es que, esto mismo, sea acusado
no solo por los nuevos hierros, sino también por aquellos con historia y
solera. Y que se vea en San Isidro. Alguno dirá que es igual que se vea en
Madrid que en cualquier otro sitio, el efecto sería el mismo, y es cierto; pero
si no hay reparo en mostrarlo en la capital del toreo, dónde no se dejará ver.
Veamos que Partido de Resina ha traicionado a los
pablorromeros. También dirá alguno que algo así hay que demostrarlo. Pero
también se podría argüir que los resultados genéticos hechos a la ganaderías de
la Unión de Criadores de Toros de Lidia, no soy yo quién los oculta. Así que
las traiciones se demuestran viendo al toro. Un encaste tan definido como el
pablorromero se ve; y si no está, también se ve. Lo de Madrid del pasado lunes
se veía de lejos. Mejor: los que no eran pablorromero se veían de lejos. Por
cierto, eso no quiere decir nada más que eso. Yo no hablo de cruces, ni
sementales que van y vienen o cosas similares; yo solo digo que habían
cornúpetas de Partido de Resina que parecían santacolomas. Y no son lo mismo.
Hay uno, entre los cuatro, que no es un pablorromero. ¿Cuál?.
El tipo pablorromero de siempre.
Por cierto, que refrescar no es malo. Se ha hecho siempre y,
cuando una ganadería tiene tan pocas posibilidades de abrirse como es el caso,
refrescar es casi necesario según el momento. Ahora bien, una cosa es tomar
café tocado de leche, y otra café con leche. Una cosa es darle un punto para
intentar remontar una ganadería y otra cosa que los toros cambien de rostro, de
embestida y de humillación.
Ni Cuadri, ni Adolfo, ni Victorino Martín han sacado a sus
toros del tipo. Pero eso sí, dentro de sus variantes, también los están
homogeneizando, pero no hacia lo bueno que es lo antiguo, sino hacia algo más
moderno. Cuadri está desterrando las cabezas urcoleñas que, junto a las badanas
prominentes, mejores resultados le han dado. Y aunque Adolfo menos, y Victorino
más, ambos están desterrando lo auténticamente albaserrada por lo más
santacolomeño; otrora ganadería de los toreros.
Cuadris venteños 2015
Toro de éxtio: Frijonero.
Toro de éxito: Aragonés.
¿Serán ciclos?; ¿será un momento?. Sea lo que sea, ahí están
los resultados: qué pabrorromero embestió en San Isidro 2015; cuál cuadri; y adolfo; y victorino. Los que con mayor fidelidad siguieron su tipo.
A. Mechó (@escribirytorear)
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