Porque no hay nada mejor que escribir (desde el tendido de los sastres) y torear (desde esa gran plaza que es la vida)

04 diciembre 2016

ENTRE ENRIQUE Y SOL GINER. UNA CONMEMORACIÓN Y UN HOMENAJE

El viernes tuvo lugar un emotivo acto en la casa consistorial de pueblo de Nules, Castellón. Soledad Giner Gordillo era recibida por el municipio como nueva Hija Adoptiva, una adopción institucional que era desde hacía tiempo una realidad de facto.

Si a alguien se le escapa, Sol Giner es hija de Enrique Giner Canet, el mejor escultor que ha dado esta mediana población de la Plana en toda su historia y uno de los mejores medallistas españoles del siglo XX. Sol, su hija, es la gran custodia del legado que dejó aquí su padre, un legado que se materializó en un espacio museístico hace ya 21 años –el Museo de Medallística Enrique Giner- y que hoy es uno de los baluartes culturales de Castellón.

Tan destacada noticia ha venido a coincidir con un aniversario, y es que en estos dos últimos meses se cumplieron los 10 años de una exposición que marcó también un antes y un después en la proyección del museo nulense –único dedicado en exclusividad al arte de la medalla- hacia el exterior de la provincia.

Entre octubre y noviembre de 2006 se celebró en el Museo de la Casa de la Moneda de Madrid la muestra “2/3 dimensiones. Pintura y escultura”, un desembarco sin precedentes –como dije ya entonces- de los fondos del Museo de Medallística en las salas temporales de una institución tan importante como lo es la madre de la numismática nacional.

Diez años después seguramente aún no se ha calibrado la relevancia que aquello tuvo, pero sin lugar a dudas fue una cita que cambió también las relaciones entre la Casa de la Moneda y Nules, así como dio el mejor respiro a una colección que, por espacio, aún está hoy medio oculta en los fondos del museo nulense.

Quede aquí como homenaje a Sol y a la memoria de su padre las líneas que escribí por entonces tras disfrutar de aquella histórica exposición madrileña:

Sin precedentes ha sido el desembarco del Museo de Medallística Enrique Giner de Nules en el Museo de la Casa de la Moneda de Madrid. Sin precedentes... e ineludible.

"Fortitudo" de Giner

La colaboración entre las dos entidades museísticas, que había tenido un primer viaje de ida hacia Castellón hace unos meses, ha llevado ahora –en correspondencia- hacia tierras madrileñas una amplia y representativa muestra de lo mejor en escultura y medalla que posee el museo nulense de los artistas Enrique Giner Canet, Vicente Perelló Lacruz y Ramón Mateu Montesinos. Sus cuatro salas destinadas a exposiciones temporales han sido ganadas por la maestría de los tres escultores valencianos. A ellos se suman las pinturas de un viejo conocido de la Casa de la Moneda, Pedro Sánchez.
  
Es por encima de todos destacable la exhibición de Giner, cuyas obras establecidas bajo legado en Nules hace ya más de diez años, no suelen salir habitualmente de su centro expositivo, por lo que, así, recobra el evento mayor trascendencia. No está aquí en Madrid todo, pero sí parte de lo más destacable. Sus figuras alegóricas, sus pequeños bultos redondos, sus retratos... y las plaquetas de sus medallas, traen hacia el observador madrileño lo mejor del clasicismo de la escuela valenciana entre principios y mediados del siglo XX, un clasicismo que, en Giner, se torna moderno, reelaborado; visto desde la perfección técnica y compositiva, tanto como desde su capacidad creadora.

Ramón Mateu se sitúa próximo a los conceptos del escultor nulense. El tratamiento puro de las formas y limpio de las superficies, le otorgan –junto con la conexión de los temas- un paralelismo no baldío con Enrique Giner. Fueron alumno y maestro. Destacan en la muestra sus capacidades para con el retrato, uno de sus pilares fundamentales y mayores demandas. Es en cambio "Venus del Lago", una de sus mejores obras, todo un canto a los grandes mediterraneístas del arte escultórico.

Paradójicamente la obra de Mateu en el Museo Enrique Giner ha podido con esta exposición ser vista antes por el público madrileño que por el nulense, pues se trata de obras recientemente legadas y que, por la constreñida coyuntura espacial que determina el museo castellonense, siguen ocultas en bambalinas entre papeles de archivo, carpetas, mesas... una auténtica lástima para los apasionados del arte en Nules.

"Venus del lago"

Perelló Lacruz exhibe también en la Casa de la Moneda lo mejor de sí mismo. Lo mejor, todo hay que decirlo, en pequeño formato. "Campesinos", "Grito", "Diálogo"... son su particular visión del mundo matizada a través de las texturas de su expresión matérica predilecta, el gres. La maleable arcilla adquiere en Perelló pietra solidez; solidez de expresión, solidez de compromisos, solidez en la reflexión... incluso solidez en esa música que parece desprenderse de su "Pequeño pianista" o del "Homenaje a Pau Casals". El Casals de Lacruz tañe en su violonchelo el más sublime de los himnos pacifistas; ese es, de nuevo, el compromiso del valenciano.

Estudio para el "Homenaje a Pau Casals",
de Perelló Lacruz
"Ecce-homo. Dies irae",
de Pedro Sánchez
Finalmente Pedro Sánchez acompaña -y redondea el título de la exposición- a los valencianos con sus toques pictóricos. Toques sentidos, sentidos con la tripa -como expresan Santiago Losada y Amelia Guía-, con mucho que deber al surrealismo y poco que ver con la iconodulía. Además, esa imagen reconocible cuando se presenta, lo hace de forma comprometida. Reconocibles y recordatorias, cual iconos, algunas forman junto con la denuncia de Perelló Lacruz un grito -título también de una de las obras de Sánchez de marcado tributo expresionista-, un grito coral -o más bien un solo-, contra alguna de más abominables acciones del hombre.

2 y 3 dimensiones; dos géneros; cuatro estilos; y una única pasión: el arte y la vida.

A. Mechó (@ArsMetallica)

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